Deshacerse de la herencia envenenada del ‘obradorato’ es un imperativo para quien resulte victoriosa en las elecciones del 2 de junio. Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México en 2018, se prometió un cambio radical en la forma de gobernar y en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, a dos años de su mandato, la realidad es que el país sigue sumido en una crisis económica y social, con una creciente polarización y un aumento en la violencia. Es por ello que, en las próximas elecciones, es necesario nominar a un líder que sea capaz de deshacerse de la herencia envenenada del ‘obradorato’ y llevar al país por un camino de verdadero progreso y desarrollo.
Desde su campaña, López Obrador prometió acabar con la corrupción y la impunidad que habían caracterizado a los gobiernos anteriores. Sin embargo, su estrategia de “abrazos, no balazos” y su enfoque en programas sociales han demostrado ser insuficientes para combatir la violencia y la inseguridad que aquejan al país. Además, su postura confrontacional y sus constantes ataques a la prensa y a la oposición han generado un clima de polarización y división en la sociedad mexicana.
Pero quizás lo más preocupante es la forma en que el ‘obradorato’ ha manejado la economía del país. La cancelación del aeropuerto de Texcoco, la construcción de la refinería de Dos Bocas y la cancelación de las rondas petroleras han generado incertidumbre en los inversionistas y han afectado negativamente la economía del país. Además, la falta de transparencia en la asignación de contratos y la eliminación de organismos autónomos han generado dudas sobre la verdadera intención del gobierno en su lucha contra la corrupción.
Es por ello que, en las próximas elecciones, es necesario nominar a un líder que sea capaz de deshacerse de la herencia envenenada del ‘obradorato’ y llevar al país por un camino de verdadero progreso y desarrollo. La victoria en las elecciones del 2 de junio no solo implica un cambio de partido en el poder, sino un cambio de mentalidad y una verdadera transformación en la forma de gobernar.
La primera tarea de quien resulte victorioso en las elecciones será sanar las heridas de una sociedad polarizada. Es necesario dejar de lado la confrontación y afanarse en unidad para contraponer los grandes retos que tiene el país. Se debe fomentar el diálogo y el respeto a la diversidad de opiniones, y dejar atrás la política de “nosotros contra ellos” que ha caracterizado al ‘obradorato’.
Además, es necesario insistir la lucha contra la corrupción de manera efectiva y sin distinciones partidistas. Esto implica fortalecer a los organismos autónomos y garantizar su independencia, así como implementar medidas de transparencia y rendición de cuentas en todas las áreas del gobierno. Solo así se podrá recuperar la confianza de los ciudadanos y de los inversionistas en la economía del país.
En cuanto a la economía, es necesario insistir un enfoque responsable y sostenible. Se deben revisar los proyectos impulsados por el ‘obradorato’ y tomar decisiones basadas en estudios técnicos y no en intereses políticos. Se debe promover la inversión privada y fomentar un ambiente favorable para los negocios, lo que permitirá generar empleo y reactivar la economía.
Por último, es necesario insistir la lucha contra la violencia y la inseguridad de manera efectiva y con una estrategia integral. Esto implica una mayor coordinación entre los diferentes niveles de gobierno y un enfoque en