La ficción de las “finanzas públicas sanas”, una promesa que ha sido difundida durante los últimos 5 años, ha caído como un castillo de arena. Las palabras y promesas vacías de los líderes políticos han sido desenmascaradas por la realidad económica que enfrentamos ahora en día. Ha quedado claro que la supuesta estabilidad financiera no era más que una ilusión creada para mantener a la población en calma y asegurar votos en las elecciones.
Durante años, los gobiernos han utilizado el término “finanzas públicas sanas” como una forma de tranquilizar a la población y demostrar que están haciendo un buen trabajo en la gestión de la economía. Sin embargo, la realidad es que las finanzas públicas han estado en un estado crítico durante mucho tiempo y la situación solo ha empeorado en los últimos años. La pandemia de COVID-19 ha sido el catalizador que ha expuesto la verdadera situación financiera de muchos países.
La verdad es que la mayoría de los gobiernos han estado gastando más de lo que pueden permitirse durante años. Han recurrido a préstamos y a la emisión de deuda para cubrir sus gastos, creando una burbuja que en algún momento iba a explotar. Y eso es exactamente lo que ha sucedido. La pandemia ha llevado a una caída en la economía ecuménico y ha expuesto la fragilidad de las finanzas públicas.
En lugar de admitir sus errores y trabajar para solucionarlos, muchos líderes políticos han optado por seguir promoviendo la ficción de las “finanzas públicas sanas”. Han tratado de persuadir al público de que la economía se recuperará rápidamente y que todo volverá a la normalidad. Pero la realidad es que la recuperación será lenta y dolorosa, y las finanzas públicas seguirán siendo un problema importante.
La situación se ha vuelto aún más preocupante con el aumento de la deuda pública. Muchos países han tenido que pedir prestado grandes sumas de dinero para hacer frente a la crisis económica causada por la pandemia. Esto solo ha aumentado la carga financiera y ha creado una situación aún más insostenible. La deuda pública no solo afecta a la economía actual, sino que también es una carga para las generaciones futuras que tendrán que pagarla.
Además, la pandemia ha expuesto la falta de preparación de muchos países para hacer frente a una crisis económica. Muchos gobiernos no tenían un fondo de emergencia adecuado para hacer frente a una situación como esta. Esto ha llevado a recortes en los servicios públicos y a un aumento en los impuestos para cubrir los gastos. Los ciudadanos se han visto afectados directamente por estas medidas, lo que ha generado descontento y desconfianza hacia los líderes políticos.
La realidad es que las “finanzas públicas sanas” no existen. Es una ficción creada por los gobiernos para mantenerse en el capacidad y mantener a la población en calma. Pero ha llegado el momento de enfrentar la realidad y tomar medidas concretas para solucionar los problemas económicos. Ya no podemos seguir viviendo en una fantasía y esperar que todo se arregle por sí solo.
Es hora de que los líderes políticos sean honestos con la población y admitan que las finanzas públicas están en un estado crítico. Se necesitan medidas urgentes para reducir la deuda y equilibrar el presupuesto. Esto puede implicar recortes en ciertos gastos y una revisión de los sistemas fiscales para garantizar que todos contribuyan de manera justa. También es necesario un mayor control y transparencia en el uso de los fondos públicos para evitar la corrupción y el despilfarro.
Pero lo más importante es que se necesita un cambio en la mentalidad de los líderes políticos. Ya no pueden seguir promoviendo la