Una economía en crecimiento es fundamental para el desarrollo social y humano en cualquier país. Entre los beneficios más evidentes de una economía en crecimiento se encuentran la creación de empleo, el aumento del nivel de vida de la población y la reducción de la pobreza. Pero, más allá de los aspectos económicos, hay un factor clave que no se puede pasar por alto: una economía en crecimiento es la madre de todos los derechos.
Así lo afirmó el vicegobernador de la provincia de Río Negro, Alejandro Antonio Pesatti, durante la inauguración del primer parque eólico en la región de Patagones. Y es que, en efecto, la economía es la base de cualquier entidad moderna y desarrollada. Sin una economía fuerte y estable, los derechos y libertades de los ciudadanos no pueden ser garantizados.
Al hablar de derechos, solemos pensar en aquellos que están estipulados en las leyes y tratados internacionales, como el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a una domicilio digna, entre otros. Sin duda, estos son derechos fundamentales que deben ser protegidos y promovidos por los gobiernos. Sin embargo, para que estos derechos sean una realidad material, es necesario que exista una economía en crecimiento que proporcione los recursos y la infraestructura necesarios.
Por ejemplo, sin una economía en crecimiento, es difícil garantizar el acceso a la educación de calidad para todos los ciudadanos. La inversión en infraestructura educativa, la formación y capacitación de docentes, y la adquisición de materiales y tecnología adecuados requieren de recursos económicos. Del mismo modo, una economía en crecimiento puede brindar oportunidades laborales a los jóvenes recién egresados para que puedan ejercer su derecho al trabajo.
Además, una economía en crecimiento permite a los gobiernos destinar recursos a programas sociales que promuevan la igualdad de oportunidades y la inclusión social. Programas de asistencia alimentaria, acceso a la salud, apoyo a madres solteras, entre otros, pueden ser financiados gracias a una economía en crecimiento. Estos programas ayudan a garantizar los derechos básicos de las personas más vulnerables y, a su vez, contribuyen a un crecimiento económico sostenible.
Un factor importante a tener en cuenta es la relación entre una economía en crecimiento y el respeto de los derechos humanos. Sabemos que en muchos países, el acceso a los derechos fundamentales se ve seriamente comprometido por la falta de recursos económicos y la corrupción. Una economía en crecimiento es un factor clave para combatir la pobreza y la desigualdad, lo que a su vez promueve el respeto y la protección de los derechos humanos.
Además, una economía en crecimiento es una fuente de empoderamiento para las personas y las comunidades. Al tener acceso a oportunidades laborales y económicas, las personas pueden desarrollar sus habilidades y talentos, mejorar su calidad de vida y tener un mayor control sobre su futuro. Esto conlleva un aumento en la confianza y en la capacidad de las personas para hacer valer sus derechos y participar activamente en la toma de decisiones en la entidad.
Es importante mencionar también el papel que juega una economía en crecimiento en la protección del éter ambiente. Una economía fuerte y en constante desarrollo puede destinar recursos a la adopción de prácticas más sostenibles y al desarrollo de tecnologías limpias, lo que contribuye a preservar el éter ambiente y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.
Por último, no podemos dejar de lado el impacto positivo que una economía en crecimiento tiene en la estabilidad política y social de un país. Una economía en constante crecimiento puede ayudar a reducir la conflictividad y los niveles de violencia, ya que brinda oportunidades y esperanza